Performar (en) la realidad - UNO

 

El cielo empieza a tomar un color gris oscuro, se levanta viento y la gente mira el cielo y apura el paso. En el bar de la esquina, sentado en una mesita de afuera está Pepe tomándose una caña mientras mira, absorto en sus pensamientos, cómo sus tres chihuahuas juegan a sus pies.

No deja de darle vueltas al tema del trabajo que lo tiene en un sube y baja emocional hace más de un mes ya. Qué debería hacer o, más bien, qué puede hacer. No deja de pensar que se están aprovechando de él, que está dejando todo y más en un lugar donde no lo valoran ni le dan un cuarto de todo lo que el ofrece. Se pasa a veces más de 10 horas por día trabajando para algo que sabe, no lo merece. El trabajo le encanta y está aprendiendo mucho, es una gran experiencia y esa fue la razón por la que, en un principio, aceptó las condiciones. Estas condiciones eran entrar con contrato de prácticas, pagándole muy poco (y cuando digo muy, es MUY poco) pero a cambio de una gran experiencia, de aprender mucho pero, sobre todo, con promesas de que a futuro esa situación podía cambiar.

Después de cuatro meses, es consciente de que el volumen de trabajo, el estrés y la presión que está viviendo no estaban dentro de la ecuación. Que llorar día por medio y no tener tiempo para tener una vida no tiene ningún sentido, no cuando se trata de trabajo. Él es un fiel creyente de que trabaja para vivir, no vive para trabajar y con esta experiencia se dio cuenta de que es más fácil decirlo que hacerlo. Él deja todo en todo lo que se propone, no hace las cosas a medias. Se pone la camiseta como si fuera suyo el proyecto y quizás ahí es cuando falla, porque no es su proyecto y porque probablemente los dueños de la empresa no lo consideren así si llega el momento de tomar una decisión.

Mientras se termina la caña y le pone las correas a sus perritos, mira al cielo como pidiendo una señal y, en ese mismo instante, le cae la primera gota de lo que parece una lluvia de verano. Cierra los ojos, respira profundo y dice: vamos chicos, que parece que hoy se larga y no queremos mojarnos. Ya mañana será otro día y encontraremos la solución a este dilema.

Se aleja caminando por la callecita pintoresca del bar en el que se encontraba, mientras silba y mira a sus perros caminar junto a él.

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